Crucecita tallada
en el mango de un cepillo de dientes en el campo de concentración de Ravensbrück; obsequio de la profesora Karolina Lanckorońska, acompañado de una carta, con las iniciales de Juan Pablo II (señal de que el Papa la había leído): “Santo Padre: Dado que no sé si aún me será dado besarle la mano a Su Santidad (estoy a punto de cumplir 97 años) me atrevo a mandarle un pequeño obsequio, recuerdo del campo de concentración de Ravensbrück. Es un crucifijo tallado por una compañera en el mango de un cepillo de dientes. (…) Con las palabras de mi devoción más absoluta, Roma, 26 de julio 1995.”