Se puede afirmar sin temor a exagerar que Juan Pablo II es una de las personas que mayor influencia directa o indirecta ha tenido en la vida de España y de los españoles durante los últimos cuarenta años. Basta hojear las hemerotecas para comprobarlo. Su peculiar carisma atrajo a numerosas personas desde su primera aparición en octubre de 1978 en la “Logia de las Bendiciones” de la basílica de san Pedro. “¡No temais! Abrid las puertas de par en par a Cristo” son unas palabras que se grabaron en la mente de muchos españoles y han marcado sus vidas. Ciertamente, no todos vieron su elección y su figura con buenos ojos, no faltó quien le acusó de querer hacer retroceder la Iglesia a la época anterior al Concilio Vaticano II, a otros no les gustó su firmeza doctrinal o moral o el que hubiera combatido durante años el marxismo real –paradigma intocable ara tantos intelectuales del occidente europeo durante los años setenta– de modo pacífico, con armas intelectuales y diplomáticas. En cualquier caso, su figura aparecía a los ojos de muchos como el paradigma de un catolicismo atrayente, avanzado en lo social y doctrinalmente sólido. Un botón de muestra de su popularidad es que ha sido uno de los personajes más presentes en las librerías españolas durante bastantes años, tanto por sus obras como por las obras sobre él.
Hasta su elección como sucesor de Pedro en octubre de 1978, la persona y obra del profesor de la Universidad Católica de Lublin Karol Wojtyla, sucesivamente sacerdote, obispo y cardenal, eran muy poco conocidas en España fuera de algunos círculos eclesiásticos. De hecho, la única obra suya publicada en la Península hasta esa fecha era Amor y responsabilidad. Se trataba de una traducción que vio la luz en 1969 y fue preparada por la editorial Razón y Fe a partir de la edición francesa que se realizó bajo la supervisión de Henri de Lubac.
Apenas elegido obispo de Roma, su carisma personal y la originalidad de su pensamiento llamó la atención de las multitudes y también de pensadores de toda índole, como el filósofo español Julián Marías, que le dedicó algunos artículos. Así, en el propio año de su elección como Papa se publicaron en España algunos escritos suyos, como Signo de contradicción, que recoge los ejercicios espirituales que predicó a Pablo VI y a la curia romana, o algunos otras breves recopilaciones de intervenciones suyas como arzobispo y cardenal de Cracovia. Y poco más tarde fueron viendo la luz las versiones castellanas de sus principales obras: La fe en san Juan de la Cruz, Persona y acción o El sistema ético de Max Scheler, todas ellas aparecidas en la Editorial Biblioteca de Autores Cristianos.
Desde el punto de vista mediático, la larga peregrinación que realizó el año 1982 a un buen número de ciudades de España constituyó un fenómeno de masas que movilizó a buena parte de los católicos españoles. Fueron muy pocos los que se mantuvieron indiferentes. Desde el punto de vista eclesiástico, su visita a España fue un catalizador que dio un notable impulso a una nueva evangelización.
En cambio, dejando aparte su capacidad natural de conectar con las personas y con las masas, lo que llamó más la atención de los intelectuales españoles fue la oroginalidad y frescura de su pensamiento, tal como lo reflejó en su primera encíclica Redemptor hominis o en el ciclo de catequesis preparatorias del sínodo sobre la familia y que se conocieron como “Teología del cuerpo”. Esto hizo que se comenzaran a leer sus escritos como profesor en versiones italiana, francesa o inglesa fundamentalmente, y que posteriormente se fueran traduciendo al castellano desde esas lenguas. Simultáneamente, se fueron realizando tesis sobre el pensamiento de Karol Wojtyla como filósofo y de Juan Pablo II. Una de las primeras fue defendida en 1994 por María J. Franquet en la Universidad de Navarra; la dirigió el filósofo Leonardo Polo y se titulaba Persona, acción y libertad en Karol Wojtyla. Un impulso muy notable a los estudios académicos sobre su pensqamiento se produjo por la creación de los Institutos Juan Pablo II para el Estudio de la Familia en Madrid y en Valencia. También hay que hacer notar el importante papel que jugado en la difusión del pensamiento de nuestro autor la Asociación Española de Personalismo y su presidente-fundador Juan Manuel Burgos. Esta asociación realizó un congreso sobre Karol Wojtyla en la Universidad Complutense y a través de la revista “Quien” publica con frecuencia estudios sobre su obra.
El estudio académico y detallado del pensamiento de nuestro autor, constató la necesidad de contar con traducciones al castellano de las obras de Karol Wojtyla realizadas directamente desde el polaco, en particular de sus obras más emblemáticas. Así apareció en Plaza y Janés una traducción de Amor y responsabilidad traducida directamente desde el idioma original, o las traducciones de Persona y acción y de las Lecciones de Lublin que ha publicado la editorial Palabra.
En la actualidad, en España el interés por el pensamiento de Juan Pablo II/Karol Wojtyla sigue vigente. Continúan realizándose tesis doctorales sobre él, aparecen artículos académicos y se siguen publicando sus obras y los estudios sobre él.
Aunque este escrito trata sobre todo del interés intelectual por la obra de Juan Pablo II, no puede dejar de mencionarse que el interés por Juan Pablo II en España ha sido y continúa siendo sobre todo un interés por su aspecto espiritual. La devoción hacia su persona, primero privada y pública desde su beatificación, es una realidad presente en muchos rincones del país. Una devoción que se ha materializado en que templos, calles o edificios de diversa índole lleven su nombre, en la erección de monumentos y de capillas a él dedicadas. Y más allá de todo ello se encuentra la realidad de la devoción personal de tantos españoles a lo largo de nuestra geografía.
Rafael Mora Martín
Profesor de ética y filosofía en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas “San Pablo” – Alicante, traductor de las obras de Karol Wojtyla del polaco al español.