“Considero el más trágico error de la contemporaneidad el convencimiento de que el amor es un afecto. Y, lo considero trágico porque no solo lo pensamos en teoría, sino que también actuamos en consonancia. ¿No es que nos parece que amamos cuando la sangre hierve en nosotros, nos tiemblan las piernas o el corazón late más de prisa” (Cóż to jest miłość, kswojciech.blog.onet.pl, 15.04.2009). Wojtyla llamaría a esta etapa amor de predilección o, quizás, incluso de deseo….
Diría que es una etapa bella del amor. Natural y muy necesaria pero, ¡cuidado! no, es definitiva. Podría afirmarse que es una hermosa materia prima con la que el verdadero amor irá formándose. ¿Por qué? Los sentimientos, por su naturaleza, son inestables e inherentes pero ? puede ser el amor así? No, no puede – constesta Wojtyła. El amor es amable, gentil…..el amor nunca se acaba. Jasiu ve a una Ewa hermosa, se fija en sus ojos, cabello, piernas y está convencido de que está enamorado de ella y, aún más, que la ama. El problema consiste en que al día siguiente ve a otra mujer, igual de bella, una Zosia, compañera de Ewa y ….. también se enamora de ella. Wojtyła advierte contra una sensualidad ingenua, superficial. Lo explica de esta manera: una mujer para un hombre y un hombre para una mujer emergen de la naturaleza como un cierto valor. La sensualidad en sí misma tiene una orientación consumista, dirigida hacia el cuerpo debido a que es una actitud llena de deseo y apetencia (K. Wojtyła, Amor y responsabilidad, Barcelona 1995, p. 128-132). Ello conlleva la objetivación de la persona y ¡para ello no hay consentimiento!. Los tiempos actuales, por desgracia, no nos ayudan. “Vivimos en una cultura en la que domina la obligación del placer a cualquier precio. Las relaciones, también, han de servir igualmente a este propósito. En ellos debemos de desarrollarnos, realizarnos, obtener satisfacción. Nos olvidamos facilmente, al mismo tiempo, como lo que subraya, por ejemplo, Alicja Długołęcka, que una relación entre personas supone una elección. Es una decisión de cada uno por separado. Es más, es una elección reiterada todos los días. Y, en particular, cuando surge una crisis, cuando la relación de la pareja se tambalea (Paweł Goźliński, Jak kochać wystarczająco dobrze?, Gazeta.pl).
El joven obispo Wojtyła señala que lo más importante es ver el valor de persona en sí misma. Quiero amarte porque eres muy valiosa para mí, eres un don, un regalo para mí y no solo porque tengas una sonrisa tan bella. Ya el propio Platón dijo que había gran cantidad de cuerpos bellos, uno puede quedarse encantado con todos pero¿ se puede amarlos a todos de la misma manera? Saint-Exupéry dice por boca del Principito que hay multitud de rosas espléndidas, practicamente todas iguales y, sin embargo, la suya, la elegida es la única y no existe otra como ella. Wojtyła, en el fondo, dice lo mismo. Lo que llegues a amar, a hacerlo dócil ya es, en cierto sentido, tuyo; no lo puedes simplemente dejar, olvidar o rechazar. Y qué decir cuando se trata de la persona a la que amamos, de la que estamos enemorados o, en realidad, cuando nos amamos a nosotros en el otro. En esta etapa todavía hablamos de un amor puramente egoista que nos empuja a un seudo-amor porque ese afecto personalmente nos satisface. Tendrá que llegar el momento en que comencemos a amar al otro por lo que es en sí mismo. Habrá de aparecer la etapa del verdadero afecto, bondad y del amor conyugal.
El amor conyugal – no te abandonaré hasta la muerte
Karol Wojtyła afirma que la esencia del amor consiste en la devoción amorosa del individuo a la persona amada. “Ahora bien, este amor arranca a la persona de esa intangibilidad natural y de esa cualidad de intransferible porque hace que la persona quiera darse a otra, a la que ama. Desea dejar de pertenecerse exclusivamente, para pertenecer también al otro” (Amor y responsabilidad, pp. 152-153). Es, por tanto, obvio que es una relación de exclusividad. Jasiu no puede pertenecer, simultáneamente, a Ewa, Zosia y Kasia; al igual, que tampoco Zosia puede pertencer, al mismo tiempo, a Józio, Staś o Henio. Se plantea un difícil tipo de opciones. Se elige al otro pero, a la vez, al “segundo yo”; como si uno subsumiera a sí mismo en el otro y al otro en uno mismo. Por tanto, al elegir asumo la responsabilidad. Soy responsable de lo que he hecho mío.” El amor nunca es una cosa hecha y sencillamente “ofrecida” a la mujer y al hombre, sino que ha de ir elaborándose” (Idem p. 168). Jasiu habría cometido un error trágico si al elegir a Ewa y al desposarla hubiese dicho: bueno, ahora ya, cuesta abajo… Pues no, no es así. Es que ahora todo empieza. “El amor nunca “es” sino que “va siendo”, a cada momento, lo que he hecho le aporta cada una de las personas y de acuerdo con la profundidad de su compromiso” (Idem).
Se reprocha a Wojtyła que el amor que postula es demasiado díficil, demasiado exigente. El precio de un amor verdadero es, de hecho, una contínua renuncia al propio “yo”, al egoismo; no existe otro camino. Ese amor es un constante dinamismo que se crea en tanto en cuanto ambas partes se aplican para seguir alimentándola.
Wojtyła no niega el estado de enamoramiento, no amenaza a nadie con el dedo prohibiendo la manifestación del afecto y cariño. Es un defensor del amor pero nunca a costa de mentiras, satisfacción de deseos, o sea, bajo la apariencia de algo que no es amor. Karol Wojtyła no engaña, no promete; unicamente advierte y desea proteger algo que constituye su esencia. Es un defensor de la verdad sobre el amor.
Magdalena Siemion
periodista, estudiante de doctorado de filosofía en la Pontificia Universidad Juan Pablo II,
autora del un libro sobre el amor y la sexualidad a la luz del magisterio de Juan Pablo II.
Trabaja en el Instituto para el Diálogo Intercultural Juan Pablo II de Cracovia.