Hoy estamos ante un encuentro de máximo amor. Hoy no nos podemos perder ningún momento de este encuentro, pero antes de comenzar vamos a pedirle ayuda a este Corazón de Jesús: que sepamos entrar y penetrar en su Corazón para llenarnos de su amor. Es la fiesta del amor, la fiesta “de Corazón a corazón”, de su amor profundo a mi pequeño corazón que quiere aprender a amar. Atento hoy, querido amigo: Jesús nos muestra su Corazón. En este día la Iglesia nos ofrece el texto de escondernos en su amor. Vamos a escucharlo con toda atención. Y nos lo dice el Evangelio de Juan: “Como era el día de la Preparación, para que no quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, pues aquel sábado era un día grande, los judíos pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los retirasen. Vinieron los soldados y quebraron las piernas al primero, y también al otro que había sido crucificado con él. Pero al llegar a Jesús y ver que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con la lanza; y al instante salió sangre y agua. El que lo vio ha dado testimonio y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán ni un solo hueso”. Y también otra Escritura que dice: ‘Mirarán al que traspasaron’” (Jn 19,31-37).
Después de oír este texto de tanto amor, querido amigo, nos vamos tú y yo al Calvario, y nos vamos a aquella tarde en que Jesús ya ha muerto, y vemos cómo los soldados tienen prisa de quitárselo de en medio por la premura de la celebración de la Pascua. Los soldados, para acelerar la muerte de los crucificados, rompen las piernas de ellos, pero al llegar a Jesús ven que está muerto y no le quiebran las piernas, sino un soldado – al parecer llamado Longinos -, con una lanza le abre el costado y al punto le sale sangre y agua. Y nos ha manifestado a través de esa herida que le hace a Jesús tan profunda… y nos muestra el máximo de todo su amor. Ya no tiene más. Y nos da su sangre y su agua.
Hay dos personas que nos descubren el Corazón de Dios, el Corazón de Jesús: Juan, el apóstol, reclinado en el pecho de Jesús, el día de la Cena tan solemne. No sólo Juan, sino también Longinos, que nos deja el Corazón de Jesús al descubierto. ¡Qué suerte ha tenido Juan y qué gracias le damos a Longinos! Y nos demuestra el amor ardiente de un Jesús que ya no puede más de amar. Tú y yo en este encuentro vamos a permanecer recostados allí, en el pecho de Jesús, para sentir sus latidos y para ver el excesivo amor que nos tiene. Y ahí, dejemos que Él nos exprese y que nos diga lo que quiera descubrirnos; dejemos que Él nos diga el amor ardiente… todo lo que siente por nosotros. ¡Cuánto pienso en esta frase: “A tanto amor, tanto desamor”!
Pero vamos a escuchar a Jesús, recostados en su pecho. Le vamos a oír decir lo que nos quiera expresar de cómo nos ama. Sentimos que nos dice: «Yo soy el Amor. Mi Corazón no puede contener el ansia constante que le devora. Yo amo tanto a las almas, te amo tanto a ti, que he dado la vida por ellas, que he dado todo lo que tenía… ¡todo! Y por amor me he quedado prisionero en el Sagrario. Y por amor me entrego todos los días que tú quieras para ser tu alimento y tu pan. Por amor he recibido tanta soledad, tantos desprecios, tantas blasfemias, tantos sacrilegios. Por amor he dado la vida por ti. Por amor te he dejado este sacramento de la penitencia para que te recuperes, para que te laves con el agua de mi propia sangre. Y por amor estoy dando la vida por ti día y noche. Ven, entra en mi Corazón. Pero para esto tienes que ser pobre interiormente, sentirte pequeño, sentirte nada… y ahí, entrar en el abismo de mi amor. Yo iré consumiendo tu pequeñez, tu miseria, hablaré por ti, obraré por ti, me haré conocer por ti. No temas, ven a mí.
»Hoy quiero que contemples el excesivo amor que tengo por las almas, contempla mi Corazón, estúdialo y aprenderás lo que es amar, aprenderás lo que es estar en mí, aprenderás a ser feliz, porque estás instalado en un lugar que nunca desaparece, nunca te falla y siempre está contigo. Mi amor es desinteresado, humilde, generoso, y busco en todas las personas ese amor. Entra, entra y verás como todo es fácil, entra y verás como aprendes a sufrir, entra y verás como te unes íntimamente y te identificas poco a poco conmigo. ¡Entra! ¡Entrégate! ¡Permanece ahí! Y ahí dentro aprenderás todo lo que quieras. Mi Corazón es el gran libro donde debes de meditar. Míralo bien, es como el asilo tuyo, es el manantial donde tienes que beber. ¡Ven! No temas… no temas.
Francisca Sierra Gómez