«En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» […]» (cfr. Mt 18, 21-35).
Este pasaje sobre el perdón, precede a aquel en el que Cristo les habla a los fariseos sobre la indisolubilidad del matrimonio. ¿Casualidad?. El camino del perdón hace posible el matrimonio.
El perdón no es una opción, es una obligación. La deuda que puedan tener conmigo es parte de una deuda mucho mayor que tengo yo con Dios. Es Cristo quien la pagó por mí y por mi esposo, y todo lo que nos hayamos hecho, está perdonado. Por el Sacramento de la confesión, Dios nos lo perdona todo en virtud de la entrega redentora de Su Hijo.
La terapia del perdón
Un psicólogo norteamericano, Robert Enright, afirmó que las personas que han sido profunda e injustamente heridas pueden sanar emocionalmente perdonando a su ofensor. Henri Lacordaire, fraile dominico, dijo: «¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona».
El Dr. Fitzgibbon y otros psiquiatras y psicólogos, aplican una terapia que induce al paciente a perdonar. Estos son los pasos terapéuticos que ellos recomiendan:
l. Confrontar la rabia interior, la vergüenza, la herida. La persona puede estar deprimida sin saber por qué, hasta que descubre la causa, oculta.
2. Reconocer la fuente de la herida, y descubrir el porqué.
3. Elegir perdonar. Aunque haya base para la ira y la venganza, no se elige eso, sino perdonar. Y no tiene que ser sólo por motivos religiosos, sino también por instinto de conservación: le va a hacer bien psíquica y físicamente.
4. Buscar una nueva forma de pensar sobre esa persona que nos ha hecho mal. Cuando lo hacemos, por lo general descubrimos que es un ser vulnerable, probablemente con heridas.
Dios sana nuestros corazones
Debemos liberarnos del dominio que la persona que nos ha herido ejerce todavía sobre nosotros mediante nuestro odio. Perdonar libera la memoria y nos permite vivir en el presente, sin recurrencias constantes al pasado doloroso. Juan Pablo II dijo:
La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida también por un corazón herido, gracias al poder curativo del amor, que tiene su primer origen en Dios-Amor. La inmensa alegría del perdón, ofrecido y acogido, sana heridas aparentemente incurables, restablece nuevamente las relaciones y tiene sus raíces en el inagotable amor de Dios.
Como decíamos al principio, el camino del perdón hace posible el matrimonio. Ambos somos imperfectos, y nos haremos daño muchas veces a lo largo de nuestra vida matrimonial. Cristo lo sabe y por eso, nos pone el perdón como condición también para alcanzar la compasión de Dios. Recurramos al origen, a Dios-Amor, para que sane nuestro corazón.
Madre,
Bendito Hijo, que se entregó por nosotros para darnos el don perfecto: el perdón. Quiero amar a mi esposo perdonándole. Quiero amarle pidiéndole perdón. Quiero que nuestro matrimonio se llene de la gracia del perdón de Cristo en la cruz. Alabado sea por siempre.
José Luis y Magüi
Nota: Se ha hecho uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.