Según el Misal Romano, el Adviento es:
Esta celebración se prepara con el tiempo de Adviento, que posee una doble índole: es el tiempo de preparación para la solemnidad de Navidad, en la que se celebra la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y al mismo tiempo, por medio de esta recordación, el espíritu se orienta a la espera de la segunda venida de Cristo al final de los tiempos. Por estas dos razones, el tiempo de Adviento se presenta como un tiempo de piadosa y alegre expectación.
El tiempo de Adviento comienza con las primeras vísperas del domingo que coincide con el 30 de noviembre o que es el más próximo a este día y finaliza antes de las primeras vísperas de Navidad. Los domingos de este tiempo reciben el nombre de domingos I, II, III y IV de Adviento. Las ferias del 17 al 24 de diciembre inclusive son días destinados a una preparación más intensa de la Navidad.
Un period de preparacióm
En el evangelio de hoy, Marcos nos ofrece este sentimiento del Adviento—un periodo de preparación y anticipación a la segunda venida de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Tenemos un ejemplo excelente de la alegría que emana nuestra expectativa del retorno del Señor. Sin embargo, esta expectativa del retorno del Señor lleva consigo una gran incógnita respecto a nuestro desconocimiento del periodo de tiempo a esperar. Todos quisiéramos saber cuándo retornara Jesucristo, anticipando la gran felicidad que tendremos, gracias a que nos liberara y nos colmara con sus regalos espirituales.
Hay que velar
Iniciamos este domingo con un mensaje de precaución directo. Sin embargo, hay una contraparte respecto a toda la alegría y bienestar espiritual que el retorno de Jesús nos traerá. “Velen, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa”. En vez de alegría, nos quedamos en plena incertidumbre; sabemos que el Señor regresara, pero no sabemos cuándo. En el evangelio Jesús mismo nos presenta con esta parábola, y nos expresa:
Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegara el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que este velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta.
La parábola refuerza este mensaje de Adviento. Debemos estar alertas a nuestras acciones y atentos con nuestro entorno; mucho más con el interior de nuestros corazones. Jesús siempre nos provee a nosotros con Su amor y sus gracias. Nosotros debemos abrir nuestros corazones y acogernos en Su amor. Debemos “Velar” y prepararnos nutriéndonos con la constante Eucaristía, meditando con el evangelio, haciendo actos de misericordia, y compartiendo la buena nueva con todos.
Luis M. Quesada, Ph.D. Profesor de Literaturas Hispánicas, Miami