Durante el pontificado de Juan Pablo II, sus compatriotas, en numerosas ocasiones, le cantaron la tradicional tonada “Cien años”, deseándole una larga vida. ¿Cómo reaccionaba?
En el santuario de Jasna Góra, en 1979, dijo: “Tengo un comentario sobre lo que acabáis de cantar: „Cien años”. Lo habéis cantado tantas veces que he llegado a pensar para mis adentros: ¡ojalá, no se cumpla!” Y, en el monte de Santa Ana, en 1983, bromeó: “Desde que era niño, he cantado Vísperas, pero es la primera vez que me sucede que, dentro de Vísperas, se cante “Cien años”… parece una nueva liturgia”. En Breslavia, cuando una multidud de fieles le cantó el “Cien años”, respondió brevemente: “aún vivo”. En una visita a Radzymin, en 1999, ante el canto del “Cien años”, comentó: “El centenario, mejor dejadlo en paz, pero . los ochenta años están a la vuelta de la esquina; es fácil de calcular: 1920-1999”. Durante la misma peregrinación, en Wadowice, al escuchar nuevamente el “Cien años”, constató: “Es más fácil cantarlo que ponerlo en práctica” .
El pontificado de Juan Pablo II ha contribuido a promocionar el «Cien años” polaco como equivalente del inglés “Happy Birthday to you” o del español “Cumpleaños feliz” o del italiano “Tanti auguri a Te!”. Durante uno de los viajes a Estados Unidos, cuando los compatriotas le cantaban incesantemente el “Cien años”, el Papa observó divertido: “Si lo cantáis continuamente los americanos creerán que es el himno nacional polaco”.
Al cantar el “Cien años” al Santo Padre le deseábamos una larga vida anhelando que se quedara con nosotros cuanto más tiempo mejor. En el transcurso de una de las reuniones, a las puertas del Palacio Arzobispal de Cracovia, en 2002, la última peregrinación a Polonia, el Papa dio a estos deseos un contenido teológico. Al concluir el canto del “Cien años”, el Papa aludiendo a la tradición, iniciada en 1979, de reunirse con los jóvenes en a calle Franciszkanska 3, dijo: «Y a Pietrek, que está aquí, también, le han caído encima 23 años. No podemos evitarlo. Solo hay un remedio para esto ello: es Jesucristo. “Yo soy la resurrección y la vida”, quiere decir, a pesar de la vejez, a pesar de la muerte, hay juventud en Dios. Y eso es lo que os deseo a todos […]”.
Todos, con los años, nos vamos yendo como el simbólico “Pietrek”. Cristo es nuestro apoyo y guía para la eternidad. Juan Pablo II nos dejó a los 85 años, exactamente hace 15 años. Ausente de cuerpo, permanece en la memoria de las personas y en la fe de la Iglesia que lo elevó a la gloria de los altares para que nos enseñe a nosotros y a las generaciones venideras a vivir con Cristo. La felicitación de los “cien años” para el Papa se completa el 18 de mayo de 2020 y se hace eco de las palabras del Libro de Sirácides: “Número de días humanos – si su edad es larga – alcanza los cien años. Como una gota de agua tomada del mar o un grano de arena, así es su vida antes de la eternidad. Por eso, el Señor es paciente con los hombres y derramó su misericordia sobre ellos […]. Misericordia humana – sobre su prójimo y la misericordia del Señor – sobre toda la humanidad” (Sir 18,9-13).
Andrzej Dobrzyński