El 22 de mayo de 2024 se celebró en la Sala Regia del Vaticano la ceremonia de entrega del Premio San Juan Pablo II, presidida en nombre del Papa Francisco por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede. Entre los participantes se encontraban diplomáticos, altos cargos del clero vaticano, miembros del consejo de administración de la Fundación vaticana Juan Pablo II, miembros del jurado del premio, periodistas e invitados. Entre ellos, había un grupo considerable del África. Puede que este hecho no resulte sorprendente, ya que el primer ganador del premio fue el Centro de Justicia y Paz Juan Pablo II de Kampala, en Uganda. En la ceremonia, el centro fue representado por el padre Leonard Olobo C.S.C., presidente de esta institución.
El padre Pawel Ptasznik, presidente de la Fundación Vaticana Juan Pablo II, dió la bienvenida a todos los participantes. A su vez, el arzobispo Marek Jędraszewski presentó la génesis de la idea del premio y su significado. La fundación se creó en 1981 gracias a la cooperación del Santo Padre, junto con un grupo de sus compatriotas en el exilio. Desde el principio de la historia de la fundación, había también personas de otras nacionalidades, y, desde entonces, el número de los amigos de la fundación siguió creciendo.
Tras diez años de actividad, se creó un programa de becas para jóvenes de países de Europa Central y Oriental. El carácter internacional de la fundación está ligado a su misión de difundir la herencia de Juan Pablo II por todo el mundo y de apoyar diversas iniciativas que sirvan a este propósito. La conciencia de la universalidad de las actividades de la fundación había ido creciendo durante más de cuarenta años. La decisión de crear el «Premio San Giovanni Paolo II» nació de esta toma de conciencia.
A continuación tomó la palabra el Cardenal Kurt Koch, Presidente del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y, al mismo tiempo, responsable del Capítulo del Premio San Juan Pablo II. Presentó los motivos de la elección del galardonado de este año.
Señaló que el Centro de Justicia y Paz Juan Pablo II de Kampala fue galardonado por difundir las enseñanzas sociales de la Iglesia y por desarrollar de forma creativa y práctica las inspiraciones contenidas en las enseñanzas de Juan Pablo II, sobresaliendo, en primer lugar, aquella expuesta en la exhortación apostólica «Ecclesia in Africa» (1995).
El centro, fundado en 2006 y gestionado por siete congregaciones religiosas, es un ejemplo de «solidaridad pastoral orgánica» –afirmó el cardenal Koch– en el que cada congregación religiosa, con el apoyo de la experiencia profesional de los trabajadores laicos y la dedicación de los voluntarios, contribuye a la defensa de la dignidad humana.
En las fronteras norte y oriental de Uganda hay una guerra desde hace años. Oleadas de refugiados llegan desde Sudán del Sur. Esta situación plantea el peligro de una expansión del conflicto o de la explotación de las personas, especialmente los jóvenes y los niños. El tráfico de niños y las nuevas formas de esclavitud, de las que son víctimas los pobres y vulnerables, se están extendiendo. El personal del Centro trabaja en el campo de refugiados de Bidibidi y, sobre todo, en la capital, Kampala. Emprenden iniciativas en los ámbitos de la prevención, la difusión de información y la ejecución de proyectos prácticos para prestar una ayuda concreta. Guiado por el lema «la fe hace justicia», el trabajo del Centro demuestra que la paz debe construirse sobre los cimientos del respeto a la vida humana, la verdad moral y la justicia social.
Tras este discurso, el Padre Leonarod Olobo recibió el premio: una estatuilla que representa las manos de Dios y de Adán. Es una alusión al fresco de Miguel Ángel de la Capilla Sistina. Recibió también un diploma conmemorativo. Vale también mencionar que el premio constituye en una cuota de treinta mil euros.
El Padre Olobo, en nombre de las autoridades y del personal del Centro, subrayó que aceptan este premio con profunda humildad y que renuevan el compromiso para seguir promoviendo el legado de San Juan Pablo II en el campo de la justicia social.
Al inicio de su discurso, el Cardenal Pietro Parolin recordó que el deseo de Juan Pablo II para la Iglesia en África era que el anuncio del Evangelio fuera acompañado de la construcción de una base sólida para la paz. Esto debería hacerse mediante el testimonio de la solidaridad y el compromiso con la justicia. El Papa vio en ello una oportunidad para «abrir horizontes de esperanza» en un continente afligido por la pobreza, el hambre y los conflictos bélicos.
El Cardenal señaló que Juan Pablo II hizo una importante contribución al desarrollo de la doctrina social de la Iglesia. Dio un perfil personalista y moral más fuerte a la enseñanza sobre las cuestiones sociales vistas desde la perspectiva de la fe. Sin una visión adecuada del hombre y de los principios éticos, es imposible crear el bien común, la paz o construir la «civilización del amor» enseñada por San Pablo VI y San Juan Pablo II.
El Cardenal recordó también que una parte importante de las peregrinaciones de Juan Pablo II a África tuvieron lugar entre 1989 y 1995, es decir, entre el anuncio del Sínodo Especial de los Obispos para África y la publicación de la exhortación Ecclesia in Africa. Así, a través de numerosos encuentros, se estrecharon los lazos de comunión eclesial para que la misión de la Iglesia fuera fecunda. Este hecho es instructivo para el actual sínodo de la Iglesia sobre la sinodalidad, que también desea intensificar la misión de evangelización mediante la participación de los fieles en la comunión de la Iglesia – como subrayó el orador.
El Secretario de Estado de la Santa Sede recordó también que uno de los últimos actos del pontificado de Juan Pablo II fue anunciar la convocatoria de un segundo Sínodo Especial de Obispos para África. Tras su muerte, la tarea fue asumida por Benedicto XVI. Los resultados de este encuentro se presentaron en la exhortación apostólica «Africae munus» (2011). Durante su pontificado, el Papa Francisco ha llamado la atención –como también ha dicho el cardenal Parolin– sobre la periferia del mundo y sobre la necesidad de que los católicos se impliquen en la resolución de los problemas sociales. Las actividades del Centro de Justicia y Paz Juan Pablo II de Kampala sirven para promover la doctrina social católica, respondiendo así a las necesidades vitales de la Iglesia y del país. Al final de su discurso, el Cardenal felicitó al galardonado y deseó a las autoridades y miembros de la fundación y del jurado del premio que sus próximas ediciones se distingan por esa perspicacia y profetismo con que San Juan Pablo II veía a la Iglesia y su misión en el mundo moderno.
Para concluir, cabe destacar que la primera edición del Premio San Juan Pablo II fue una oportunidad para recordar la preocupación de este Papa por el desarrollo de la Iglesia en África. Llamó la atención sobre las actividades cotidianas de un pequeño grupo de personas guiadas por la convicción de que no se puede vivir del recuerdo de la historia pasada del pontificado, sino que hay que inspirarse creativamente en su herencia. Merece la pena recurrir a la sabiduría de la Iglesia, que de su retazo de enseñanzas y experiencias «saca cosas nuevas y cosas viejas» (Mt 13, 52), para llevar el Evangelio de la salvación y contribuir a construir la justicia y la paz en el mundo.
Rev. Andrzej Dobrzyński
Fot. Grzegorz Gałązka