El preámbulo de los actuales estatutos de la Fundación Vaticana Juan Pablo II, aprobados y firmados por el Secretario de Estado de la Santa Sede, el Cardenal Pietro Parolin, el 15 de noviembre de 2023, reza así «Consciente de la grandeza del don que la persona y la obra del Papa polaco constituyen para la Iglesia, la patria y el mundo, la Fundación trabaja para conservar y desarrollar este patrimonio espiritual, que desea transmitir a las generaciones futuras».
A la luz de esta afirmación, examinaré la nueva iniciativa que ha tomado la Fundación con la creación del «Premio San Giovanni Paolo II» y su primera edición.
Las palabras instruyen, los ejemplos atraen
La grandeza del don que son la persona y de la obra del Papa Juan Pablo II ha sido confirmada por sus sucesores con el acto de beatificación, realizado por Benedicto XVI (2011), y el acto de canonización, proclamado por el Papa Francisco (2014). La tarea de conservar y desarrollar la herencia espiritual de san Juan Pablo II y, sobre todo, de transmitirla a las generaciones futuras, no es fácil. Ante todo, se trata de mostrar de manera comprensible el valor de la vida y las enseñanzas del Papa a las nuevas generaciones. Un modo eficaz de hacerlo puede ser presentar ejemplos de cómo el seguimiento de este legado influye positivamente en la vida individual y social. Los libros, simposios académicos y celebraciones de aniversarios tienen su importancia, pero los ejemplos de aplicación concreta de las indicaciones de Juan Pablo II están destinados a intrigar y, quizá, incitar a la imitación.
Conservar, desarrollar y transmitir
La creación del «Premio San Giovanni Paolo II» forma parte de la tarea de «preservar», «desarrollar» y «transmitir a las generaciones futuras» el legado papal. Cada uno de estos tres elementos clave determina las áreas de actividad.
El primero consiste en conocer el legado del Santo Padre y configurar así su memoria y su magisterio. El segundo consiste en desarrollar creativamente la herencia de su pensamiento, confrontándola con las preguntas y problemas a los que nos enfrentamos cada día. Y el tercer elemento, transmitir esta herencia a las generaciones futuras, no consiste sólo en hacer que los más jóvenes se interesen por lo que los mayores han vivido, experimentado y aprecian. No se trata sólo de compartir emociones, de hacer que otros se interesen por los recuerdos o de convencer a los más jóvenes de que recuerden los aniversarios importantes asociados al Santo Padre.
Transmitir el legado del pontificado a las generaciones futuras depende de si, de hecho, es como un manantial vivificante del que brota agua pura. Es decir, si la puesta en práctica de las indicaciones concretas de Juan Pablo II conlleva algunadiferencia en la vida; en otras palabras, si es una contribución valiosa para resolver problemas y encontrar respuestas a cuestiones acuciantes. ¿Ayuda de manera significativa a ser testigos de Cristo en el mundo de hoy, a tomar decisiones de acuerdo con la fe católica y a juzgar y actuar moralmente de manera correcta en un mundo cada vez más complejo?
El patrimonio como fuente revitalizadora
Sin duda, para mostrar el legado papal como fuente vivificante, es necesario conocer bien la historia del pontificado y reflexionar sobre el magisterio de Juan Pablo II. La transmisión de este legado a las generaciones futuras, es decir, el tercer ámbito de actuación, depende de la conservación y desarrollo de este patrimonio, o sea, de su adecuado conocimiento y aplicación creativa en la vida, en la situación individual y social concreta. Por tanto, es necesario buscar ejemplos de un acercamiento a la herencia de San Juan Pablo II en el que confluyan estas tres áreas de acción, es decir, (1) el área de conocer y preservar la herencia y (2) el área de desarrollarla y aplicarla creativamente, que entran en (3) el área de descubrir los valores y mostrar con habilidad la actualidad de la enseñanza del papa.
El “Premio San Giovanni Paolo II” es una «herramienta» de la Fundación para presentar este enfoque creativo del patrimonio papal, expresando su significado imperecedero y sus contenidos esenciales, enseñanzas e indicaciones con losque vale la pena guiarse en la vida.
Ejemplo de galardonado: Premio 2024
El Centro de Justicia y Paz Juan Pablo II de Kampala (Uganda) fue el ganador de la primera edición. La ceremonia de entrega tuvo lugar en el Vaticano el 22 de mayo de este año con la presencia del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, en representación del Papa Francisco.
De entre el rico y polifacético legado de la doctrina social de Juan Pablo II, el personal del Centro centra su atención en la defensa de la dignidad humana, especialmente de aquellos que corren el riesgo de ser perjudicados por otros. Acuden en ayuda de los refugiados de guerra de Sudán del Sur, y de los niños de la región de Karamoja que son llevados a la capital del país por la mafia y explotados en un entorno delictivo. La lista de las formas en que se da la trata actualmente en Uganda es larga, no termina aquí. El centro actúa como un «sistema de alarma» que documenta y denuncia los casos de estos delitos a la policía y organiza campañas de información y formación. Sobre todo, intenta ayudar en los casos concretos.
Una gota que horada la roca
En su justificación de la elección del galardonado, el cardenal Kurt Koch, presidente del jurado, destacó que el premio se concedía al Centro por combinar la difusión de la doctrina social de la Iglesia, inspirada en las enseñanzas de San Juan Pablo II, con la realización de acciones prácticas y proyectos concretos. Aunque la actividad del Centro pueda parecer una gota en el océano de las necesidades, es, sin duda, una gota que horada la roca, es decir, un testimonio digno de reconocimiento e imitación. La labor del Centro de Justicia y Paz Juan Pablo II de Kampala llama la atención sobre una importante cuestión social: que no hay paz sin justicia ni justicia sin preservación de la dignidad humana.
La verdad en un mundo cambiante
Esta cuestión ha sido un hilo conductor importante en muchos de los discursos y documentos de San Juan Pablo II, incluido un discurso en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York (2.10.1979), titulado: “La dignidad de la persona humana como fundamento de la justicia y de la paz”. Aconsejo leer este discurso que puede encontrarse en Internet (link al discurso) . Han pasado cuarenta y cinco años desde que se pronunció este discurso. ¿Cuál es su valor y relevancia? En mi opinión, principalmente, inspirarnos para reflexionar sobre la situación actual en la que se encuentra el mundo.
¿Por qué en el mundo globalizado de hoy, no somos capaces de encontrarnos en «nombre del hombre entendido integralmente», es decir, como ser corpóreo pero también espiritual? ¿Por qué pretendemos que la concepción actual de los derechos humanos, con el predominio de las reivindicaciones individuales y subjetivas de los individuos, sirve al bien común cuando evidentemente lo amenaza? ¿Cómo preservar la primacía de los valores espirituales y morales en una situación de «esclavitud materialista» cada vez más visible? ¿Podremos evitar el peligro de un «nuevo colonialismo» al sucumbir a la manipulación ideológica? ¿Cómo mostrar el valor del hombre o su dignidad en entornos en los que se palpa el «aburrimiento» por ser humano o la desesperación dictada por la falta de esperanza?
Para que la verdad cambie el mundo
Son muchas las preguntas que pueden surgir al leer este texto y confrontar su contenido con el mundo secularizado o con la era posthumanista cuyas consecuencias estamos viviendo. Es importante reflexionar profundamente sobre estos contenidos y confrontar estas verdades con lo que ocurre a nuestro alrededor, con los acontecimientos y opiniones de los que oímos hablar. Sin embargo, es aún más importante encontrar formas concretas de testimoniar estas verdades, de confirmarlas y realizarlas en la vida individual y social, modos de aplicar estas verdades a soluciones concretas, o extraer de ellas una fuerza inspiradora y un fundamento para la esperanza.
El trabajo del Centro de Justicia y Paz Juan Pablo II de Kampala es un ejemplo de cómo aprovechar el legado del Papa Wojtyła, demostrando su valor y actualidad ante los problemas de la vida en Uganda. Hay, sin duda, muchos otros ejemplos del descubrir el legado de Juan Pablo II como una fuente pura de inspiración para la acción y sabiduría para encontrar el camino hacia Dios, y la luz para no perderse en la oscuridad del mundo moderno.
La Fundación Vaticana Juan Pablo II, a través de las sucesivas ediciones del «Premio San Giovanni Paolo II», quiere señalar ejemplos en los que se aplican los contenidos enseñados y defendidos por el Papa; testimonios en los que estas verdades se expresan con claridad. Con ello, la Fundación desea cumplir el objetivo que se ha fijado: que, «conservando y desarrollando» el patrimonio espiritual de San Juan Pablo II, contribuya a transmitirlo a las generaciones futuras.
Andrzej Dobrzyński