Joseph Luis Bernardin procedía de una familia de emigrantes llegados a Estados Unidos desde el norte de Italia. Nació en 1928 en Columbia, Carolina del Sur. En 1952 fue ordenado sacerdote en la diócesis de Charleston. En 1966, Pablo VI le nombró obispo auxiliar de Atlanta. De 1968 a 1972, año de su nombramiento como Ordinario de la diócesis de Cincinnati, fue Secretario de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. De 1974 a 1977, fue Presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.
Elegido por Juan Pablo II
Al nombrar a Bernardin obispo de Chicago, el Papa afirmó que el funcionamiento de la Iglesia en EE. UU. influye en el funcionamiento de toda la Iglesia y, a su vez, el funcionamiento de la Iglesia estadounidense depende del funcionamiento de la Iglesia en Chicago. El nombramiento se anunció el 8 de julio de 1982. En el siguiente consistorio, en febrero de 1983, Bernardin fue creado cardenal. Desde este nombramiento, se ha convertido, sin duda, en una figura clave de la Iglesia americana, influyendo, entre otras cosas, en el nombramiento de los obispos de EE. UU. También hay que decir que fue uno de los obispos más importantes de la Iglesia católica durante el pontificado de Juan Pablo II.
Bernardin era percibido como un obispo de mentalidad liberal y era criticado por los círculos conservadores, entre otras cosas, por ser demasiado abierto hacia la cultura laica. Esto se reflejaba en las tareas pastorales, pero también en las opiniones expresadas públicamente. Bernardin también fue considerado el precursor de una línea intransigente hacia los sacerdotes culpables de abusos sexuales.
Acusado
En noviembre de 1993, Steven Cook, homosexual enfermo de sida, le acusó públicamente de acoso sexual en un programa de televisión. El autor de un libro sobre el cardenal «Joseph Bernardin: Seeking Common Ground», Steven Millies, afirma que detrás de esta acusación podrían haber estado un sacerdote de Wisconsin, «rastreador de homosexuales» en la Iglesia y acérrimo crítico de Bernardin, y un abogado de Nueva Jersey que se ocupaba de casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes. Se dice que influyeron en Cook, quien, tras una terapia con hipnosis, «recordó» que Bernardin había abusado de él cuando iba al instituto en Cincinnati. La demanda iba dirigida contra uno de los educadores del colegio y contra el cardenal. Mientras duró la demanda, el cardenal se retiró de la actividad pública y de la dirección de la archidiócesis. Es fácil adivinar que los medios de comunicación de EE. UU y de todo el mundo dieron gran publicidad al caso.
Encuentro con el Papa
Bernardin fue a Roma y fue recibido por Juan Pablo II (4.01.1994). La visita fue de carácter privado, pero los medios de comunicación tomaron nota y calificaron de «sorpresa» que el Papa recibiera al purpurado acusado antes de que el tribunal pronunciara su veredicto. El Vaticano no emitió ningún comunicado de prensa sobre la conversación. Los periodistas pensaban que era acerca de las acusaciones formuladas.
Llegados a este punto, hay que reflexionar sobre la complicada situación en la que se encontraban los dos interlocutores. El cardenal no podía aportar pruebas de su inocencia ni garantías de que el veredicto del tribunal le absolviera. Juan Pablo II conocía a Bernardin; le había elegido para ser obispo de Chicago. No podía cerrarle la puerta.
Se puede imaginar, por una parte, que una conversación así con un acusado conlleva el peligro de que ser engañado, lo que afectará a la valoración del caso y a la posterior decisión. Por otro lado, es difícil no presumir la inocencia de una persona que se conoce personalmente cuando las acusaciones no están probadas y no se ha llegado a un veredicto.
Retirada de cargos
Cuando el tribunal empezó a revisar las pruebas, los abogados de Cook se dieron cuenta de que no había base suficientepara un juicio. En marzo de 1994, Cook retiró su demanda contra el cardenal, declarando ante las cámaras que lo hacía por libre voluntad y que la acusación tenía su origen en la terapia hipnótica a la que se había sometido.
Tras ser informado de que se habían aclarado las acusaciones, Juan Pablo II llamó a Bernardin. El cardenal tomó este gesto como una muestra más de confianza en él. Millies escribió sobre esta conversación en su libro.
Perdón y reconciliación
El cardenal buscó poder encontrarse con Cook. A finales de diciembre de 1994, le visitó en Filadelfia, donde vivía. Su reciente acusador estaba para entonces enfermo terminal.
«Steven, este es un cáliz que recibí de un hombre que no conocía. Me pidió que lo usara para celebrar una misa por ti» – dijo el cardenal, preguntándole si le gustaría asistir a ella. El cardenal también dio a Steven la unción de los enfermos.
«Nunca a lo largo de mi sacerdocio he experimentado la reconciliación tan profundamente como entonces» – confesó el cardenal en su libro «El don de la paz. Reflexiones personales». La historia ejemplifica la actitud cristiana del perdón y al sacerdote que encuentra a la oveja perdida.
En esta reunión, Cook contó cómo le manipularon para que acusara al cardenal. Steven murió diez meses después de esta reunión, en casa de su madre en Cincinnati, reconciliado con Dios.
La época de las acusaciones fue, para el cardenal Bernardin, el comienzo del camino hacia Calvario, que duró hasta el final. A mediados de 1995 le diagnosticaron un cáncer de páncreas. Durante los meses siguientes pasó mucho tiempo en el hospital, forjando amistad con muchos enfermos. Se preparaban espiritualmente para su paso al otro mundo. El cardenal falleció el 14 de noviembre de 1996.
¿Una dictadura de la sospecha?
¿Por qué merece la pena recordar esta historia de la falsa acusación hacia el cardenal Bernardin y la actuación de Juan Pablo II en un momento de ataque frontal contra la Iglesia y el Papa polaco? ¿Porque el cardenal fue absuelto de los cargos y Juan Pablo II no se equivocó en su valoración del sujeto? No solo por esta razón…
¿Qué aspecto tendrá nuestro mundo cuando la confianza entre las personas y el conocimiento profundo de la verdad sean sustituidos por la calumnia como certeza, los antónimos como veredictos y la sospecha de unos hacia otros? En esta era de relativismo moral, la calumnia y las acusaciones han ganado un poderoso aliado en los medios de comunicación y las redes sociales. Muy fácil y rápidamente, exageradas de manera escandalosa, adquieren el estatus de noticias y juicios, llevando a cabo una «ejecución» pública.
Es necesaria la moderación a la hora de juzgar a los demás, el sentido crítico ante lo que leemos y oímos y, sobre todo, el amor a la verdad. Hoy es muy necesario un ejemplo de que esto se puede hacer, de que es posible.
Andrzej Dobrzyński
traducción: Alejandro Czernia